31 gener, 2020 / Después de más de tres años, desde aquel 24 de junio de 2016, con manifestaciones en las calles británicas, tanto de los 'brexiteers' –los que se querían ir de la Unión Europea (UE)– como de los 'remainers' –los partidarios de quedarse–, ha llegado la hora de la verdad. El Reino Unido (RU) deja de ser Estado miembro de pleno derecho de la UE a las 00:00 en Bruselas, del viernes 31 de enero. A partir de aquí, el RU ha empezado ya a buscar su propio lugar en el mundo mientras que Europa se enfrenta al reto de fortalecer su propio proyecto político si no quiere ser irrelevante en un mundo en el que Estados Unidos, China y la misma UE buscan su espacio en el liderazgo global.
En estos últimos días de enero, la excitación política que se arrastraba en el país ha dado paso a la resignación entre la ciudadanía británica. La realidad se ha impuesto. Después de que los Comunes dieran su luz verde definitiva a la Ley del Brexit, que la reina Isabel II estampara su firma en el texto, y que el Parlamento Europeo lo haya aprobado, los ciudadanos y ciudadanas británicas ya no son miembros de la UE. Pero en el día a día el país continuará bajo las normas europeas y dentro del marco europeo hasta el final del periodo transitorio cuya negociación empezará formalmente el 3 de marzo y terminará, si no hay sobresaltos, a finales de diciembre. Si los planes no fallan el Brexit 'de verdad' podría entrar en vigor el 1 de enero de 2021. La mayoría absoluta de Boris Johnson lo ha convertido en el hombre fuerte y ha disipado la mayoría de las dudas de la ciudadanía. Todo el mundo admite que habrá Brexit y sabe el Brexit que quiere.
El consenso entre la mayoría de los británicos está en quedar fuera del Mercado Común y fuera de la Unión Aduanera, todo ello con la mínima fricción comercial con la Unión Europea. Pero, a la vez, conseguir la máxima autonomía posible para firmar tratados comerciales autónomos, priorizando la relación 'especial' con el amigo americano, Donald Trump, y restablecer los lazos históricos y comerciales con las antiguas colonias británicas de la Commonwealth. El sueño de Boris Johnson es encontrar un lugar preeminente entre aquellos con los que un día constituyeron un imperio. En la negociación de este divorcio se abordará la relación comercial, los derechos de movimiento de los ciudadanos y ciudadanas, los controles de fronteras, la seguridad y las relaciones exteriores como temas prioritarios.
El sueño de Boris Johnson es encontrar un lugar preeminente entre aquellos con los que un día constituyeron un imperio
En esta negociación la nueva presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quiere una Europa geopolítica adaptada a los nuevos tiempos y a nuevos liderazgos. En mayo próximo está prevista una gran conferencia sobre el futuro de la UE impulsada por el presidente francés Emmanuel Macron, que está decidido a marcar la agenda europea. Mientras, Angela Merkel considera imprescindible seguir contando con los británicos en materia de política exterior después del Brexit. La Unión Europea se encuentra, pues, entre la espada y la pared. Por un lado, la Comisión Europea tiene que trabajar para la cohesión interna de la UE que permita evitar nuevos 'brexits' y gestionar bien el que se ha convertido ya en una realidad y así conectar mejor con la ciudadanía. Pero, por otro, tiene que ser hábil para transformar la salida de la UE en un calvario que la convierta en lo más difícil posible, y así librarse de que otros países como Hungría caigan en la tentación de repetir.
El Brexit pone a cada cual ante su propio espejo. Mientras Boris Johnson emprende un camino lleno de incógnitas, la UE debe abandonar la lógica intergubernamental, que siempre la ha acompañado, para fortalecer su proyecto político. Y frente a unos Estados Unidos que la desprecian constantemente, convertir la marcha de uno de sus socios en el reto principal que le permita crecer y fortalecerse.
Teresa Carreras es miembro de la Asociación de Periodistas Europeos de Cataluña (APEC) de la que ha sido presidenta durante nueve años. Periodista, licenciada en Ciencias de la Información y en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Desde 2006 es la directora del programa de radio 'Cruïlla d'Europa, de Mataró Audiovisual, que actualmente se emite por la Red Audiovisual Local (XAL). Es la coordinadora de la Red Europea de la Plataforma GAMAG (Global Alliance on Media and Gender). Ha trabajado como periodista para TVE durante 25 años, siendo corresponsal en Bruselas (1989-1997) y directora de informativos (2001-2003). Es «Premio Europa» (1997) concedido por la Representación de la Comisión Europea en Barcelona y por la Red Europea de Mujeres Periodistas. Ha sido docente en el Departamento de Periodismo de la UAB, donde actualmente colabora.